LEVANTAMIENTO DEL ANONIMATO DE LOS DONANTES

María Brichette Uncal
Coordinadora del GIP

Resultado de imagen de google images anonimatoEl estado australiano de Victoria, acreditado como pionero en reproducción asistida, está tratando de reformar las leyes para eliminar el anonimato de los donantes, permitiendo así el acceso a su  identificación  –independientemente de su consentimiento-, y darle un carácter retroactivo ya que el acceso actualmente depende de la fecha de la donación. Consideran que los nacidos en determinadas fechas sufren una desigualdad “basada simplemente en plazos arbitrarios”, según palabras del ministro de Salud J. Hennessy.

Hasta ahora cada clínica cuenta con un registro de las donaciones, pero no existe un registro central que recoja a todos los donantes. Tampoco hay un registro del número de hijos concebidos por cada donante. En algunas jurisdicciones de Australia los receptores incluían su nombre en unos registros voluntarios, con la esperanza de que su donante hiciese lo mismo. Fue en 2010 cuando en Victoria se creó un Registro de Nacimientos, defunciones y matrimonios, en donde se indica la condición de “donante –concebido”.

En España la situación difiere en algunos aspectos. Contamos con pacientes que acuden a otros países para garantizar el acceso a la identificación del donante. Recordemos que en España la donación es anónima; y no existe un registro nacional. ¿Qué significa esto? Que un mismo donante puede donar en varias clínicas y puede haber concebido más de 6 hijos (límite que marca la ley) sin tener conocimiento y sin imputársele las sanciones que están aprobadas por nuestro Gobierno.

Otra cuestión que nos planteamos con el anonimato es la probabilidad de que una pareja pudiera estar emparentada genéticamente sin saberlo (hermanos genéticos). Cada vez son más las parejas que recurren a las donaciones para tener descendencia y por consiguiente, este riesgo va en aumento.

Es curioso por ejemplo, que en Australia por un lado quieran PROHIBIR el anonimato,  y por otro sea una de las sociedades  en las que los matrimonios heterosexuales tienden, según estudios recientes, a no revelar a sus hijos su origen.

Creo que el anonimato debe ser respetado siempre y es una opción libre. En El GIP se hizo un estudio al respecto y no hubo resultados concluyentes. Son aspectos muy personales que dependen de cada caso, por ello no es conveniente generalizar, y menos imponer. Son posturas opuestas porque responden a diferentes creencias individuales, en función de los nuevos modelos familiares. Lo que sí deberíamos respetar más y brindarle un apoyo psicológico mayor del que se hace hasta ahora es al donante, ya que sin esta figura no hay proceso.

Algunas propuestas sugieren los “vetos de contacto”. Esto significa que los donantes podrían mantener el control sobre la cantidad y forma de cualquier contacto que tienen con sus hijos –como por correo electrónico, teléfono…- e incluso podrían estipular que no haya ningún contacto. La Comisión de Reforma Legislativa de Victoria aceptó esta sugerencia en 2012.

En mi opinión, el equilibrio entre los derechos e intereses de todos es la clave.

Como anécdota, pero no por ello irrelevante, me gustaría transcribiros las palabras de un donante, I. Smith. A la pregunta, ¿cuántos hijos tiene?, la respuesta fue un inmediato e inequívoco, “nueve”, “yo soy el padre biológico de nueve hijos. Dos de mis hijos viven conmigo y a los otros siete nunca los he conocido”. Relata cómo lo “reclutaron” para donar siendo joven y llama la atención la movilización que ha emprendido a lo largo de su vida, para conocer y buscar una relación con la descendencia de sus receptores de esperma, a los que llama sin pudor alguno “mis hijos”. Este donante comenta que en su momento estuvo motivado por intenciones altruistas, solidario con la infertilidad de algunas parejas. Con el paso de los años, cuando fue padre, surge en su vida un episodio que describe como “consecuencias emocionales inesperadas”. En sus propias palabras, “a veces me siento muy angustiado sabiendo que tengo otros siete hijos en algún lugar del mundo, que llevan una parte de mí, mi genética y que son parte de mi familia”.

Cuando se le preguntó si volvería a donar, su respuesta fue “No, aunque todavía estoy contento de haber hecho lo que hice porque estaba motivado por querer ayudar a la gente y estoy orgulloso de ello”.

Cuando en las donaciones se introduce como requisito la identidad del donante, se ha reflejado un cambio en su perfil. Por otro lado, la investigación sugiere que los hijos de donantes tienen poco interés en establecer una relación padre-hijo con su donante, aunque no descartarían información sobre él.

Algunos hijos de receptores de gametos, sienten que “saber datos de mi donante es una parte importante para la formación y comprensión de mi identidad”, pero por otro lado también señalan que  “la biología en sí misma no crea lazos familiares”. El problema con el anonimato radicaría en que  contribuye a la noción de que la biología es más importante que los lazos familiares vividos. Esto implicaría que un niño que tiene un vínculo genético con otra persona, socavaría en la relación de esos padres que han criado a ese niño. Pero, por el contrario, el conocimiento de la donación, permite a los padres enfatizar la fuerza de su conexión familiar e incluye a sus hijos en la creación de la narrativa familiar.

Otra postura es la de L. Schmidt, de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, quien sostiene que no hay ninguna razón para creer que los conocimientos biológicos son un requisito fundamental para el bienestar psicológico, la identidad y las relaciones sociales. El problema “naturaleza/crianza”,  como algunos  lo han dado en llamar, es un debate en el que las complejas realidades de la situación humana, junto con los esquemas culturales dominantes, hacen que debamos buscar un consenso amplio y flexible, huyendo de las posiciones muy polarizadas.

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